La playa y la tempestad

Al fin llegamos a la playa,
estaba desierta.
Aparcamos sobre la arena.
No hay lugar para preocupaciones,
tantas noches sin dormir,
miradas fijas.

El color de tus ojos oscilaba entre el azul y el gris,
como el mar entre el reflejo del sol y las nubes negras.

Los relámpagos poco a poco se acercaban desde el horizonte.

Salimos del coche y llegaste a una conclusión:
“debemos hacerlo” dijiste, “por ti, por mí, por los dos.
Porque si nos despedimos hoy esto durará para siempre”.
Hiciste una pausa,
bajaste la voz:
“Si volvemos al coche esto acabará, pronto o tarde, terminará algún día”.
Recorriste la arena hasta llegar a la línea.

Me pregunté si aquel lugar era el fin del mundo,
si escondidas a nuestras miradas por efecto de algún hechizo lejano se encontraban aquellas cataratas donde yacen las criaturas feroces que habitan los cuentos de los niños.

Tu cabello lacio se movía de un lado a otro y la arena en el rostro apagaba tu mirada triste.

Tu figura se dividía en dos en el reflejo de mis cristales rotos y todos los colores palidecían excepto el rojo de tus labios.

Entendí que debía aparecer a tu lado, desaparecer contigo. Y unimos nuestros cuerpos con la esperanza de crear algo nuevo.

Pero ya era tarde.

Y un lacónico “bésame” soldó nuestros labios, sólo un suspiro.
Y uno frente al otro, sólo nuestros rostros.

En el interior del remolino apenas podíamos ver,
pero sabía que podías leer mi mente,
eso me hacía pedazos,
quería pedirte perdón,
deshacer todos nuestros errores,
suplicarte,
“te mentí, aunque no fuera mi intención.
Te mentí cuando te dije que te protegería,
que no te haría daño,
que nunca nos alcanzaría la oscuridad”.

Decidiste sanarme con tu discurso:

“Créeme cariño, es mejor así. No tengo nada que reprocharte, tan solo agradecerte todas aquellas sensaciones que despertaste en mí. Me hiciste feliz”.

“Parecía que duraría siempre pero ha pasado muy rápido, supongo que es inevitable, lo que daría por un día más a tu lado”.

“Mírame amor, estoy aquí, y te quiero. Dímelo tú también, por favor”.

“Si no puedes no te preocupes, ya lo sé, no te preocupes. Ahora nos toca descansar, mi vida”.

“Y en el fondo me alegra que haya sido así, porque dejaré de sentir miedo. Ni el pasado convulso ni el futuro incierto volverán a hacerme daño”.

"Ahora sé siempre me verás así, que no descubrirás como soy en realidad. Estoy contenta, no hubiera podido soportar tu decepción”.

“Cojámonos de la mano, caminemos hacia el horizonte”

Nos cubría el agua helada.
Mis músculos congelándose,
aunque yo no lo sentía.

Atrás quedaba la playa y el mundo que conocimos,
las personas desaparecidas, insisten:
“Ahora el destino os pertenece”.

Nos sumergiremos en el mar.
Nadaremos todo lo lejos que podamos,
hasta quedarnos sin fuerzas
lucharemos,
a pesar de las heridas están cortando nuestra piel,
aunque nos abrasen las luces relucientes reflejadas en el agua,

Venceremos a las mareas, créeme
tú,
mi única religión,
no nos separarán.

Porque ni siquiera la extenuación podrá detenernos.
Porque no intentaremos sacrificarnos el uno por el otro, ni encontrar una isla lejana.
Porque sólo dedicaremos nuestras fuerzas a permanecer unidos.

Y en el corazón del tifón polar nos convertiremos en estatuas de sal.
Y podremos sobrevivir varios siglos sólo alimentándonos de la calidez de nuestra respiración intermitente.

Guardaré mis palabras en el rincón más íntimo.
Te estarán esperando cuando vuelva el calor.

En la playa.

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Muy buena prosa. Un gusto leerte.

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Muchísimas gracias!

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¡Excelente!..cautiva el psico enigma propuesto en el tema, me hizo recoradar este tema de Bosé: Miguel Bosé - La Auto-Radio Canta - YouTube.
Saludos y un gran aplauso.

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Muy buen poema.
Me ha dado hambre (leerlo)…
Bueno, fue un placer, gracias por compartir.

Que te vaya muy bien.

Saludos cordiales.

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Anda! Pues no conocía la canción, pero sí que tiene un aire. Gracias!

Un placer que lo hayas disfrutado.

Un saludo.

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bello y doloroso poema. un abrazo

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Gracias!

Un abrazo!