Inocentes dejamos nuestro nido
sin saber lo que fuera se cocía,
para luego notar que la armonía
truncada se convierte en alarido.
Pues según el precepto convenido
la vida se nos vuelve lotería,
llegando a liquidar la simpatía
hasta matarnos al menor descuido.
Quien haya practicado la violencia,
mucho la paz tendrá desorientada
probando semejantes muladeros,
porque reo será de la impotencia
en tanto que en sus venas maltratada
no la pueda saldar con sus cuatreros.