Entre la exhalación y la siguiente inhalación,hay una pequeña pausa.
Cuando estoy relajada, soy capaz de encontrarla. Sé que es el momento que mi alma aprovecha para salir a curiosear.
Yo me quedo ese ratito con todo lo que a ella le gusta: las risas entre sábanas, el olor a lluvia, los besos robados, la palabra mamá, las siestas entre brazos, el aroma del café recién molido, las caricias prohibidas, los versos de Lorca, el tacto de la piel…tu recuerdo…etc.
Es mi truco para obligarla a volver.
Sé que un día se lo llevará todo, porque son equipajes que no la pesan y la permiten volar alto.
Ese día, la pausa será eterna.
Hasta entonces, uso cada nueva bocanada para acumular todo aquello que la mantiene amarrada a mí.
María Serrano