La orquesta

En la línea divisoria de esta pena
entre tu piel y mi piel desgarrada
tal vez un eco resuena
mas va de la nada a la nada.

Porque el tiempo es olvido, mi amor,
y el alma es distancia prohibida
y eso que cae alrededor,
eso… va siendo la vida.

Quizás haya un dios, quizás
que canta con voz de rumba
y hay que bailar al compás;
Pues en mi alma retumba
la inestimable amargura
de su horrible decisión:
¡no darme la partitura
de la maldita canción!

Voy, en medio de esta orquesta
sintiendo a cada momento
lo bello de su propuesta
para cada movimiento

pero

mientras suena cuerda y viento
a golpes de su batuta
me señala y me da aliento,
hay que ser hijo de […]…
¡Que no me diste instrumento!