Y como una pluma sin rumbo
me entregué
al vacío,
olvidé el peso de la angustia
mientras las heridas
se abrían entre sí,
Y ríos de sangre
comulgaban con el perdón.
Mi lucha se hizo interna
nunca quise
estar atada a un solo corazón,
y la libertad llegó
en forma de autodestrucción.
La culpa voló alto
y no hubo vértigo
en mi superficie,
no lamento su partida
en mi calma
hay sueños que brillan
aun, cuando la noche
se hace de día.
Y los días culminan con copas de vino
en mi boca,
gota tras gota se va inundando
la memoria
aun, hay calma cuando la oscuridad
entra por la puerta.
Oscuridad entrando por la puerta, y sueños que brillan aún tras la muerte de una noche. Inmensos cambios denotan tus versos. Terremoto a la meditación. Aplausos para ti.