La Navidad de Julio

Andrajoso y bullanguero amaneció Julio, luciendo su gorra agostina de antenitas de vinil. Buscaba entre harapos: su corbata de septiembre, su camisita de octubre y su calzoneta de noviembre. Y es que Julio atesoraba los regalos mensuales que su madre le hacía.
Era un día de fiesta en donde las galas se lucían esperando noche buena. Desde temprano cantaba villancicos, gritaba “Feliz navidad”. Todos le miraban con extrañeza y comentaban: “Parece que el descanso le hizo daño”
Julio todos los días se levantaba de madrugaba con su madre trayendo provisiones del mercado para la venta. Afanoso, salía a pregonar como una hazaña.
El día anterior su madre le había dicho: “Mañana es navidad, no iremos a trabajar, porque es un día muy especial”. Él sabía que su madre haría una gallinita para los diez miembros de su familia y compartir con alguna visita. Parecía una gallina milagrosa cada año, en donde había para todos: Una molleja para la tía, una piernita para el abuelo, un buchito…una alita, y por supuesto el caldito de la gallina que le encantaba a su madre. Ella decía: coman, coman, yo comeré pan con caldito, que es lo que me encanta.
Lo que Julio más esperaba eran las 12 de la noche en que su madre se ponía de pie y con gran alegría, abrazaba a todos, deseándoles Feliz Navidad. Toda la familia disfrutaba la compañía en el patio estrellado, sin preocuparse del transcurrir de las horas.
Esa noche, Julio, notó una estrella inmensa y suspiraba. Le decía a su madre: “Mamá: mira, la estrella de Belén”. Su madre respondió: “Si hijo está preciosa”. Acostado en el suelo contemplando el lucero, quedó dormido. Soñó que en rey mago se había convertido y seguía la estrella buscando al niño Dios…Viajó largo tramo, y encontró el sitio de posada y dentro al niño iluminado entre los brazos de su madre y le dijo: “Niño Rey y Dios mío, te llevo en mi corazón, puedes llevarme en el tuyo… Dicen que esa noche, dos luceros brillaban intensamente en el cielo. Al llegar las doce de la noche, la madre viendo a su hijo, expresó: qué lástima que se durmió mi niño para darle su abrazo y viera estos dos hermosos luceros.
Cuantos viven esperando un tiempo, una época, para dar un abrazo, ignorando que de nuestro lado parten los seres amados tornándose estrellas.

2 Me gusta

¡Tantas cosas lindas acoge la noche de Navidad!
Un gran saludo