No sé cuánto tiempo llevo aquí
unos hombres me trajeron
una mañana de abril.
No sé si es de día o de noche,
solo hay luz de un antiguo faro de coche.
Mis ojos entrecerrados permanecen
y la oscuridad y el silencio crecen.
No sé qué será de mí
si algún día lograré salir.
Aún recuerdo el sol,
su luz brillante con calor.
Aún recuerdo el cielo,
del día el albor.
Un día llegó una mosca
cantando, zumbando,
parecía que de mí
se estaba burlando.
Al principio quería matarla,
su zumbido me desesperaba,
pero la fuerza no me alcanzaba
pues casi no comía nada.
Me mantenían a dieta de setas,
pues en el campo es fácil alcanzar esa meta.
Lógico que estuviera lejos de la ciudad
para que nadie me escuchara gritar.
Hoy ya no grito,
solo lloro.
Ahora la mosca es mi única amiga,
es el único insecto, ni siquiera una hormiga.
Ella es mi única esperanza
si ella está aquí,
todavía la vida me alcanza.
Habrá entrado por algún agujero,
si ella pudo
yo también puedo.
Ahora que estoy demasiado flaco
puedo deslizarme en cualquier hueco
y salir a toda prisa
con el cuerpo desnudo entre la brisa.
Mientras ella viva
mi esperanza también lo hará.