Con ilusión e incertidumbre confiaba en la pericia de otras manos.
Desde el zaguán el vertiginoso vuelo de una libélula le dio la clave: aceptarse en cada una de sus metamorfosis vitales entendiendo que la luz más limpia e intensa es la que se desprende de uno mismo. Ese era el camino: “¿sería capaz de recorrerlo?”.
La carrasca milenaria del jardín mostraba su fortaleza dejando en evidencia su propia debilidad. La envidió. Creció fuerte y segura sabiendo lo que era y lo que se espera de ella. Él, en cambio, se debatía dentro de un cuerpo que su mente rechazaba.
8/Noviembre/2021
Publicado en la Asociación Solidaria Cinco Palabras.
Precioso este vuelo de libélula con tan hondo mensaje, me hizo recordar a un familiar mío…esa metamorfosis tan necesaria para vivir en armonía con uno mismo, en el alma y en el cuerpo.
Hay momentos en la vida que es necesario una metamorfosis, buscarse, encontrarse, hurgar en su interior y entender que hay que vivir en paz y tranquilidad a toda costa, la vida se va en un abrir y cerrar de ojos, el tiempo no perdona.
Desde el título resulta fascinante la lectura de estas vibrantes líneas, querida poeta!
Flota en el aire el enigma de este proceso metamórfico…aplausos!!!
A veces es necesario llegar a esa metamorfosis para descubrir la esencia de la vida, la misión que tenemos en esta vida. Muy profundo y bello relato. Abrazos en la distancia.