Qué no te daría yo
que la vida ya no te haya dado antes.
Si eres la vida misma.
Si tu sola presencia puede
cambiar el universo,
si cuando tú respiras se detiene el viento
y cuando gritas, se paraliza el tiempo.
Es mucho lo que te debo
y es tanto lo que me das
que no cabe el equilibrio entre nosotras.
Lo nuestro es amor del bueno.
Más tuyo que mío.
Porque yo te amo cuando puedo,
pero tú me amas siempre,
siempre, siempre…
Te miro y veo cómo los años
han hecho hueco en tus manos,
esas mismas manos que domaron mis penas
y calmaron mi sed.
Eres tú la sombra al umbral de mi cama,
tú, la de la bicicleta,
la de la mochila al hombro
la guardia de noche, la novia perfecta
y la mejor consejera.
Tú eres la madre que me parió.
