La Luna besó a Marte…
Y Marte pensó que una conjunción así era única,
insólita,
especial,
irrepetible…
y disfrutó del beso.
Pero quiso ir más allá:
quiso retener a la Luna,
quedarse a su lado para siempre,
fundidos en un beso eterno.
Olvidar que su destino era girar y girar en una trayectoria invisible, pero inexorable,
olvidar que no eran dueños de su movimiento,
olvidar que solo eran piedras sin alma ni razón.
Les separaron las trayectorias de sus órbitas.
Y Marte soñaba con repetir el hecho que creía extraordinario.
Y Marte añoraba el tacto de la Luna.
Y Marte quería olvidar que era roca, traicionar a su órbita…
…y luchar por abandonar su trayectoria para ganarse un corazón y compartirlo con la Luna…
Cuando desde lejos observó como la Luna besaba a Venus…
María Serrano