Ludwing: ¡buen día Deniska! pasa. [Y con gestos le indica que se acomode, que se ponga cómoda]
Deniska: ¡buen día maestro!
[Se acomoda]
Ludwing: ayer por la noche al retirarse, sentí una lontananza inmensa… y me vino a la mente algo que pensé durante su permanencia en la casa.
[Se abrió, entonces un silencio, profundo, elástico y largo… tan largo, como rutilante es la luna llena en medio de una noche cerrada]
Y he escrito una Sonata en su favor, se llama Claro de luna, me ha servido de inspiración.
Y quisiera compartirla con usted si me lo permite, pues usted ha actuado sobre mí como la más divina de las musas.
Deniska: cómo podría negarme maestro… a tan generoso ofrecimiento, cuando en verdad, es un honor y un placer para mí, me ha dejado usted sin palabras.
[Él comienza a tocarla con su música]
Beethoven sonata 14, Valentina Lisitsa.
¡…!
[Ella está maravillada de lo que acaba de escuchar y una comunidad de sentimientos la invaden.]
Ludwing: ¿le ha gustado Deniska, ha sido de su agrado? Nada me importa más, que su opinión.
Desnika: ¡por supuesto me ha gustado! y no sólo eso, es una pieza magnífica… pero es diferente a todo lo demás y eso es lo que más me cautiva de ella.
Y disculpe el atrevimiento, Ludwing, siento se le desgarra el corazón en el primer movimiento… Un dolor lento, profundo y visceral lo tiene cautivo. La obstinación de un arpegio quebrado por el dolor. Un lamento que poco a poco se va tornando tormenta. ¿Es qué quizá usted pasa del lamento al tormento de existir? Y una vez allí… con el claro de la luna, con los rayos de la tormenta irrumpiendo como un haz de luz, con su finísima belleza lo tocan y lo besan proporcionándole el viraje, el cambio, la transformación que necesita su existencia para darle la mayor de las autenticidades.
Y ya pasada la tempestad en el último movimiento, se puede res-pirar algo nuevo…
La melodía se transforma, pasa de una escala menor a una mayor, siendo atravesada la oscuridad por un haz de luz, dándole un cambio al carácter de la obra
Conectando y fusionando los movimientos.
Ahí donde la oscura desolación se troca luz… la música suena.
¡…!
Ah, y sí… es tal cuál usted lo ha sentido, ese dolor viene siempre de lejos y siempre es una lontananza que nos habita.
[Él sólo la miró a los ojos largamente… sin pronunciar una palabra. Pues su ojos ya habían hablado, ella era su musa y si amar es una acción, un acto, entonces su lucha había comenzado.]