-¡Siga a ese verso!
¡por lo que más quiera, no lo pierda,
haga lo que tenga que hacer
tendrá una suculenta recompensa!-.
Otra vez este cabronazo
me ha dado esquinazo
justo cuando ya lo tenía a punto
de plasmarlo en papel.
Es que soy gilipollas,
la puta adicción de peregrinar
hasta la nevera cada quince minutos
para coger una birra
me hace bajar la guardia,
y así pasa lo que pasa
cuando regreso a la pluma o al teclado
todas las palabras se han dado a la fuga.
A veces pienso, que quién soy yo
para retenerlas en mi imaginario
si no quieren pertenecer a el,
sería un cómico secuestro
y un indecente acto de vanidad
por mi parte.
-¡Pero eso sí
siga a ese maldito verso!-
solo quiero cazarlo
para preguntarle por qué
me ha dejado toda la noche sin dormir,
si quiere responderme pues bien, si no también,
simplemente ha sido un egoísta capricho
de un seudo hacedor de palabras
que quería cotejar lo que este verso quería decir
antes de iniciar su camino hacia la libertad.
Lo siento verso,
entiendo si no quieres regresar,
intentaré no ser un visita nevera
cuando otros estén flotando
por la atmósfera del componer
y los deje de lado por tal de ir
en busca del líquido espirituoso
que bien frio me llena.