La frontera

Oigo acordes de pasos; el cristal,
que tamiza la luz y los sonidos,
da fe de otros inviernos,
de susurros, de voces de niños
ya adultos, tan lejanos,
con sus trenzas y labios, con sus mitos,
que me exhortan panoplias
y llantos y esperanza de estar vivo.
Me encuentro en la frontera,
sagrada, donde el tiempo ya es un signo
de que acaba el camino;
y observo, con malicia, que me dieron
más de lo merecido,
pues siempre esta desgana,
esta infame tristeza que ha podido
con la luz y ha manchado de ceniza
la aventura del niño,
todo lo que, quizá, pudo haber sido.

4 Me gusta

Muy ilustrativos y vitales versos con un ápice como innato, nostálgico y dolorido, poeta!!!

1 me gusta

Gracias. La vida vista desde este lado del camino, ya en la mitad de la jornada. Saludos.

1 me gusta