La Flor del Desierto

Había una vez una flor que crecía en medio del desierto. Era la única de su especie, y nadie sabía cómo había llegado allí. Era una flor hermosa, de color rojo intenso y aroma dulce. Pero también era una flor triste, pues se sentía sola y abandonada.
Un día, pasó por el desierto un viajero que buscaba una ruta hacia el mar. El viajero vio la flor, y se quedó maravillado por su belleza. Se acercó a ella, y le dijo:
—Hola, pequeña flor. ¿Qué haces aquí, en este lugar tan árido y hostil?
—Hola, viajero. No lo sé. Siempre he estado aquí, desde que tengo memoria. No conozco otro lugar.
—Pues debes saber que eres una flor muy especial. Nunca he visto una como tú. ¿Tienes nombre?
—No, no tengo nombre. ¿Y tú?
—Yo me llamo Omar. Soy un comerciante que viaja por el mundo.
—¿Qué es el mundo, Omar?
—El mundo es todo lo que existe más allá de este desierto. Hay montañas, ríos, bosques, ciudades, animales, personas… Hay tantas cosas que no podría contártelas todas.
—Me gustaría ver el mundo, Omar.
—¿De verdad? ¿Te gustaría venir conmigo?
—Sí, me gustaría. Pero no puedo. Estoy atada a esta tierra seca y dura.
—No te preocupes. Yo te ayudaré. Te arrancaré con cuidado, y te pondré en un jarrón con agua. Así podrás viajar conmigo, y ver todo lo que quieras.
—¿No me hará daño?
—No, no te haré daño. Te trataré con mucho cariño.
—Entonces, acepto. Gracias, Omar.
El viajero arrancó la flor con delicadeza, y la puso en un jarrón con agua. Luego la subió a su camello, y siguió su camino hacia el mar.
La flor se sintió feliz por primera vez en su vida. Por fin iba a conocer el mundo.
Viajó con Omar por muchos lugares, y vio cosas maravillosas. Vio el mar, que era azul y brillante. Vio las estrellas, que eran blancas y centelleantes. Vio las ciudades, que eran grandes y ruidosas. Vio los animales, que eran diversos y curiosos. Vio las personas, que eran diferentes y amables.
La flor aprendió mucho del mundo, y también de sí misma. Aprendió que era una flor única, pero no la única. Aprendió que había otras flores como ella, pero de otros colores y formas. Aprendió que podía hacer amigos, y que podía ser feliz.
La flor también le enseñó mucho a Omar. Le enseñó a apreciar la belleza de las cosas simples. Le enseñó a cuidar de la naturaleza y de la vida. Le enseñó a sonreír y a soñar.

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Me ha encantado este!!! :clap: :clap: :clap: :heart:

A menos a alguien le ha gustado. Gracias amiga.

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A veces cuesta leer textos largos en el ordenador. A mí me ocurre con frecuencia y me pierdo cosas preciosas… como este relato tuyo (que no me he perdido esta vez). Quizá es eso, no te leyeron… :heart: :heart: :hugs: