Viendo, o viviendo con calma al viento
que acaricia el follaje con paz y riendo.
El sol que se estira en el este levanta,
o tal vez acuesta a algunos que cantan.
Y yo, un espectador; con calma respiro,
con calma soy río, soy árbol, soy frío.
Y yo, un admirador; al unísono vibro,
separo las culpas, pulverizo el hastío.
Me salgo del cuerpo y aprecio el bullicio.
Bullicio de trinos, sin carros ni pitos.
Me alejo de casa y mi percepción crece
me elevo inconsciente a la inmensidad latente.
Recibo la lluvia, siento las montañas.
Que en faldas de niebla invocan el alba.
Estoy en las copas de los árboles nuevos,
y observo paciente la vida creciente.
Y tan súbito como comencé este viaje
me suena la alarma, se acaba la calma.
Pero algo de esto se impregna en mi alma
y el café me sabe a libertad renovada.