Me voy olvidando de la luz de su boca, aun y abracemos el mismo paralelo.
Miro los planetas buscando sus ojos mientras para no perderme voy asida de sus dedos.
Está en la habitación. Su presencia asciende hasta el helio de la lámpara justo cuando su cuerpo permanece nitrógeno sobre la cama.
Su espalda roza la única certeza de sí, en mi recuerdo inmediato.
No se llora ante las paredes…
Toca beber sin sed y rasgar las vestiduras.
Yamel Murillo
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Hermoso este poema que parece que nace de la ausencia.
“Está en la habitación. Su presencia asciende hasta el helio de la lámpara justo cuando su cuerpo permanece nitrógeno sobre la cama.
Su espalda roza la única certeza de sí, en mi recuerdo inmediato.”
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Así es querida poetisa. No hay presencia más frágil que la de una corriente de aire cuando no sale bajo ninguna puerta y tampoco brinda el aliento.
Mil gracias por acompañarme @luciagomez1956