La dama blanca

En un callejón perverso
de una terrible ciudad.
Es forjado el mal inverso,
que azota a la humanidad

Es ella el dios que perdura,
madre hermosa del dolor .
Triste y blanca su dulzura,
que anula todo fervor.

Ya he visto almas desgarradas,
son su festín predilecto.
Devora a las aterradas,
esas de gran intelecto.

No podría soportar
su presencia que atropella.
Mucho menos enfrentar
la antítesis de una estrella.

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