Cabecita descarriada
todo bondad y dulzura
caía en todos los cepos
navegaba a la deriva
sin decir no a ningún beso
temía la soledad
alma pura de ojos tiernos
sólo quería agradar
eran los años ochenta
un tiempo para olvidar
no era difícil perderse
y no saber regresar
puede que nadie se acuerde
que la arrastraron las olas
y mientras se la tragaban
yo en su pena me ahogaba