La ceiba

Jamás había visto un árbol tan magnifico, tan inmenso.
El solo verlo, de lejos, me movió a acelerar mis pasos rumbo a él.
A la distancia brotó dentro de mí un sentimiento de admiración sobre todo porque sus alargadas hojas, que a esa hora tan vespertina se presentaban de un color verde amarillento, dejaban pasar los rayos confundidos del sol, en su ocaso, con la brillantez de la luna presta a vigilar el mundo. Por un momento me pareció que dicho gigante perenne solo estaba a la espera de que la noche se mostrara con toda su majestad sombría, como preámbulo a que el azul del cielo, al amanecer, se presentara nuevamente como es . . . en toda su grandeza.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Municipio de Manlio Fabio Altamirano, “Purga”, Estado de Veracruz-Llave, México, a 24 de septiembre del 2005.
Dedicado a la Lic. Gloria Rafaeli Becerra (QEPD)

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¡Una descripción fantástica!
Hermoso de leer.

¡Saludos y aplausos!

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Es un árbol espectacular, en la cosmovisión Maya era un árbol sagrado.
Aquí en mi tierra Oaxaca es un árbol muy apreciado por la comunidad, le conocemos como Pochote o Pochota.

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Gracias, aldanalisis, que amable. Ese texto me trae recuerdos maravillosos; de hecho, esa ocasión, algo sucedió en mi mente frente a ese hermoso árbol gigante, algo que ni siquiera puedo explicarlo aún. A partir de ese momento, empecé a escribir con más ganas, con más fluidez, algo me pasó. Saludos cordiales. Buenas tardes. Hasta luego.

Hola, Sandro, que gusto en saludarlo. Sí, ese árbol gigante es maravilloso. Ojalá hubiera podido grabar en video lo que sucedió esa tarde, en que estuve frente a esa ceiba y que motivó mi texto. Fue algo inefable en verdad. Saludos cordiales.