Me rodean mis recuerdos.
Estoy presa de ellos
no puedo liberarme.
Murmullos de voces
imágenes supervivientes siguen en mí
sin que mi voluntad las borre.
Quiera o no
soy memoria mía y de otros
resultado de genes cruzados muchas veces.
En las escaleras del recuerdo
saltan a la comba los vagones de madera
espaldas rotas por la incomodidad
largos recorridos
el olor a tortilla de patatas
chorizo y bota de vino.
Ofrendas generosas de buenas gentes
enlaces imposibles
en estaciones desangeladas.
Y Franco,
y el yugo,
y las flechas,
y rojos al paredón
y el queso de los americanos,
y las sábanas del Usa Navy
y la leche en polvo
y el chocolate con tierra
y la tierra en las lentejas
y porque sí,
y cuando seas grande comerás huevos
y de política no se habla.
Tienes ganas de escapar
en las farmacias vas a comprar condones
y el miedo y la vergüenza
te hacen pedir aspirinas.
No quiero rememorar, pero
mi cerebro rememora
y huele a jazmines
y mi madre no está para ponerlos en su pelo.
Es abril del dos mil veintitrés
estoy con el agua al cuello
en la piscina de la nostalgia
y nado
y me niego a pensar
y soy consciente de que estoy presa
de mis recuerdos
y sé que no ha terminado su jornada
mi carcelero.
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Buen manojo del recuerdo el que has hecho…
Me llegaron algunos de ellos como flashes del pasado. Somos eso, al fin y al cabo.
Muy bueno tu poema, compañera.
Saludos!
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Muchas gracias por tu lectura y tu comentario.
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