Sobre la costa
se tumba el anochecer,
las arenas se apagan.
Giran las lunas
sobre el color incierto
del olvido.
La resaca de las mareas
arrastran conchas, con aciagos
llantos que rugen en el viento.
Dicen que el marino se ha perdido,
en las olas del sueño,
en las risas de las sombras.
Que el monstruo se metió mar adentro
buscando la paz de lo más profundo,
desprendiendo escamas y sucios sudores.
Y se tumbó en el lecho de lo soñado
agotado, … moribundo, desquiciado
por el recuerdo del vuelo de los pájaros.
El sueño del marino murmura
que el ahogado soy yo, que vendrán
las sirenas a velar en los hipnóticos velatorios.
Que cuando despierte, ¡quién sabe!
si será tarde, o solo otro sueño arrojado
al fondo del mar.
La noche queda en la playa aguardando,
callada, serena, dormitando sobre las sombras
de los viejos cantos de las ballenas.