Una muchacha derramada en la mesa,
un sol nocturno frío como la niebla,
el licor que navega la sangre y los ojos,
rojos los dedos, azules tus labios vivos.
Los brazos enredados en la telaraña,
el jugo de tus costas y tus puertos,
virginales las montañas en tu plexo,
corre la tinta vana en estos versos.
Se mueve el mar en la recia madera,
la poesía rasga mi bandera al viento
el humo se traga el reloj y sus horas
el amor, una copa y una amante sin tiempo.
Gracias Alejandro, en mi mente creaba una saludable confusión que espero haber plasmado, ¿Quién es la amante y quién el amor? ¿Quién le hace el amor a quién?
nada, me alegra que te guste.