24/08/2019 08:15 (Poemame viejo
Desde el balcón observaba muchas veces al anciano subir las escaleras del Mercado trabajosamente, y rato después, bajarlas con mucha dificultad asiendo en sus manos el bolso con los artículos comprados y ya en la acera, caminar lentamente por el peso del bolso y de sus años… –Debe tener más de noventa- pensaba yo, que recién jubilado y pasado de los setenta me dio por imaginarme en su lugar…
Al verlo llegar nuevamente al Mercado, decidí esperar a que saliera. Cuando lo hacía, subí los trece escalones y al ofrecerle mi ayuda tomándolo por un brazo la rechazó con un gesto. Insistí pidiéndole el pesado bolso para acompañarlo, pero se negó nuevamente…
—Gracias, pero no
—Yo solo trato de ayudarlo, aliviarle de la carga
—Muy amable de su parte. Se lo agradezco… Pero no
—Pero… ¿Por qué?
Ya caminábamos por la acera y ante mi pregunta, se detuvo abrazando el bolso y mirándome fijamente, como pensando que decirme…
—Tengo noventa y siete años y vivo solo… Los órganos que no se ejercitan se atrofian. Lo que hago es lo que me sustenta y mantiene activo. Las seis cuadras que camino a diario fortalecen mis piernas y mi espíritu; y la carga, mis débiles músculos y articulaciones… ¿Me entiende?
—Perfectamente… ¡Lo admiro!
—¿Quiere ayudarme en algo que si necesito?
—Naturalmente que sí. Solo tiene que decírmelo y lo haré con gusto. Ya no trabajo y dispongo de tiempo. ¡Dígame!
—Vivo aquí… —Dijo deteniéndose frente a su casa, abrió la puerta y continuó —Pase y siéntese. Lo invito a un café.
Me llamó la atención oír “Radio Enciclopedia”, emisora de música instrumental solamente, que en esos momentos dejaba escuchar “La vida sigue igual” de Julio Iglesias. Al regresar a la sala con el aromático café y tomarlo, me dijo que solo escuchaba esa emisora, que nunca apagaba el radio, porque además de instruirlo cultural y musicalmente le alegraba la existencia.
—¿Qué puedo hacer por usted…?
—Ayudarme a ejercitar la mente.
—¿Cómo…?
—¿Sabes jugar ajedrez…?
La pregunta me sorprendió y al responderle que sí, fue al librero, lleno de libros desempolvados y abriendo una gaveta extrajo el tablero del juego ciencia, me invito a jugar ofreciéndome las piezas blancas. Con “Balada para Adelina” como fondo musical comenzamos el juego… con un Gambito de Dama. Pensé llevarlo suave, pero a medida que entrábamos en el medio juego ya me superaba en posición… Demoraba menos que yo pensando y tras un movimiento de las negras que me colocaba en difícil situación, se puso de pie mientras yo meditaba y trajo dos copas con dos líneas de ron Mulata especial. Me conminó a un brindis y al tomarnos el primer sorbo, me ofreció las “Tablas” que yo no acepté y quince minutos más tarde inesperadamente me dio Jaque Mate.
—Me dejaste ganar… —me dijo sonriendo y continuó —Gracias por la ayuda.
—Usted bromea… ¿Jugamos otra partida?
—No, a mi edad no se puede abusar de los ejercicios…—Respondió sirviendo en mi copa otras dos líneas de ron.
—¿Y usted no se sirve?
—No. Todos los días tomo solo dos líneas, con eso basta para mejorar la circulación de mi sangre y activar las neuronas.
A partir de ese día entablamos una amistad que perduró hasta su fallecimiento cuatro años después, Comenzó intentando ayudarlo y el ayudado fui yo. Sus consejos, ejemplos y enseñanzas para la vida me han servido de mucho. Se fue, pero aún vive en mis recuerdos que el día anterior, jugamos la última partida y me dio, sonriendo: Jaque Mate
Autor: Saltamontes (24/8/2019)