¿Creer en el adiós de los pañuelos,
para romper cadenas y enlazar ilusiones?
Claro que no, porque ahora, en este instante,
nada se me ha perdido entre la gente.
Me gusta acoger el sofá preferido de la casa
y mirar mis manos tibias en la tarde clara.
Un parque sin faroles, una humedad de olvidos
sobre las frías calles de una ciudad silente.
¿No soy yo la que habla?
La que habla, es esa niña de antes;
la pequeña que se escampaba en el fleco
adormecido de la lluvia;
la que escurría sus ojos invisibles en la alcoba
y miraba cómo entraba el amor por la ventana.
¿Creer en el adiós, sabiendo que bajo el cielo
vuelan las mariposas?
¡Claro que no!
¡Porque nada se me ha perdido entre la gente!
Que poema este… estos son los poemas que hacen, que uno viva al mismo tiempo muchas vidas… lograste adentrar a uno, al sofá, en la escena de la sala, y la lluvia afuera. Y tus declaraciones, en particular la última, reiterada al inicio, sensacional… Buenísimo este poema. Querida Lucía; bella como “Serrat” diría. Abrazo amigo de regreso.
Amiga luciagomez… ¡Qué clase de poema has escrito! me ha hecho leerlo dos veces, y copiarlo para disfrutarlo otras veces más. Creo que no hace falta decir más para celebrartelo.
¡Me ha encantado!
Un fuerte abrazo.