Escribo… sin pretender,
dejar un rastro, una huella,
no me han hecho falta estrellas
ni maestros del lenguaje,
escribe mi piel…mi sangre
y mi puño es el peón,
qué deshilacha la esencia,
de estos folios de simpleza.
Buscaba comunicarme…
me daba igual el lenguaje
o la forma de expresarme;
para incendiar rebeldía
me bastaba con coraje
y un grado de valentía…
Nunca me importó el envase,
ni sus normas, ni embalaje,
insumiso me han llamado…
“eruditos del lenguaje”.
A veces libre, a veces clásico,
a veces prosa, otras relato,
me da igual como le llamen…
cuando escribo sentimientos,
desnudo hasta los zapatos,
sin valorar una coma, un punto,
o una errata más al mundo.
Los mismos que dictan reglas
para hacer valer su firma,
obviaron conscientemente,
palabras que ellos mentaron,
cómo igualdad, patriarcado,
solo para mantener su silla…
y la letra que ha tocado.
Académicos absurdos,
tertulianos sin memoria,
corresponsales de guerra,
qué hoy…
disfrutan de noble silla
y una letra en la academia.
Hipócritas del saber,
insumisión es mi huella…
soy un simple corazón,
que palpita entre sus letras…