Nos detenemos en las lentas horas,
nuestros ojos cansados
beben las luces ahorcadas
y a lo largo del Crepúsculo
las manos se hunden.
La luna trae un grito del milagro
y se llevan nuestras almas los álamos.
Tus letras iluminadas
como antorchas en la noche,
se clavan en mi frente.
Así en torno al sueño
tejen besos nuestras bocas cerradas
y tu mirada inconsciente
me emproa hacia tu cuerpo
y me socorro
y me encallo.