Cuida mis versos el día que yo falte,
y no te olvides de dar de comer
al verbo que nos alimenta.
Intenta no pasar de puntillas
por entre la gente que te necesita.
Grita, chilla, llora;
hazte saber.
Sé simplemente tú misma
y verás como lo demás viene rodado.
Con suerte,
nunca tendrás que buscarte;
siempre irá contigo, cogida de la mano.