La vida está lisiada, camina a trompicones
buscando una muleta
en dónde apoyarse.
No hay paredes en esta ciudad tan indiferente
tan falta de empatía, donde posar la mano
que nos haga contrapeso.
No hay almas blancas que
le cedan el asiento al cansado.
Aquí la muerte lleva su ataúd a cuestas
y se entierra a solas
luego de llorarse un rato.
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Me gusta Mabel.
Buen poema, profundo, con imágenes bien armadas y el existencialismo/realismo que sugieren para mí tus versos.
Un saludo.
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Muchas gracias por su amable lectura.