Estimados colegas, espero no enfadar a muchos con tan largo texto.
Primero que nada agradecer que podamos hacer uso del foro Poémame y un reconocimiento a quienes lo hacen posible. En lo personal, aparte de ser motivante y vencer mi eremitismo poético, en mi percepción, la interacción con todos ustedes ha catapultado mi actividad y acuciado la perezosa creatividad adormilada. Debo reconocer también que el trabajo del equipo moderador, corrigiéndome fallos por error o desconocimiento, me han motivado a mejorar y aceptar de buena gana las correcciones.
Quiero también fijar mi punto de vista respecto a los dos temas aquí tocados, el plagio y el uso de IA en poesía.
El plagio
El que plagia obras intelectuales y artísticas, especialmente de poesía, debe ser inmediatamente desterrado de cualquier club, sitio web, plataforma y medio donde incursiona deshonestamente. Y no debería parar allí, debería boletinarse y, semejante a los morosos que son enviados a un buró de crédito, enviárseles a una lista negra advirtiendo a editoriales, círculos académicos y demás, de su falta de profesionalismo y práctica desleal. Retirarles todo derecho de autor y vetar sus obras publicadas si las tiene. Es semejante a cuando a un deportista de alto rendimiento se le retira su premio cuando se reconoce mediante antidoping que hizo uso de sustancias prohibidas. Esto último aplica también para el asunto de IA.
Debería haber, semejante al juramento Hipocrático en medicina, un juramento “Eratocrático” (en honor a la musa de la poesía) para ejercer con ética profesional el oficio de la poesía.
No se concibe el acto de robar sentimientos y emociones para usarlos como propios. Es un crimen aberrante. Es una mediocridad practicar poesía fraudulenta.
El uso de IA en poesía
Aquí debo acotar que es una preferencia muy personal y filosofía propia sobre el ejercicio de la poesía.
Es cierto que la tecnología ha avanzado y que hay muchos campos sobre los cuales la IA está actuando y en algunos casos avasallando. Desde el uso de sistemas expertos o inteligentes en la industria donde se generan algoritmos y modelos matemáticos de auto aprendizaje, realidad virtual en tecnología y entretenimiento, creación de música desde un simple órgano que tiene ritmos predefinidos hasta uso de instrumentos virtuales en un DAW (Digital Audio Workstation) así como en fotografía, entre mil aplicaciones más como los androides y cyborgs.
Por supuesto que esto no va a parar ni debemos pararlo, aunque un día lleguemos al gran teatro donde se difumine la frontera entre realidad y fantasía.
Aquí se trata de que muchas aplicaciones son impersonales y principalmente son técnicas de soporte para algo sustancial. Pero IA usada para poemizar atenta al invadir algo sustancial.
Este tipo de clon poético, de adulteración de sentimientos, de poesía androide, denigra el oficio artesanal y natural del poeta. Esto debería ser éticamente prohibitivo. No debería permitirse usar recursos desleales de simulación, premeditados y alevosos, para engañar buenos e ingenuos corazones y sentimientos. No podemos comprender así la definición de poesía.
Tampoco se trata de “industrializar” o automatizar la poesía. No es concebible “masturbar” la poesía, sacar ganas frotándome el órgano hipersensible de la inspiración, no darle vuelo enfermando a la libido poética, no caer en el exhibicionismo poético. En mi opinión, es mejor la poesía aplicada, hacerla y vivirla cada día en los actos, descubrirla en la naturaleza humana y no humana. Ya después escribirla.
Tan fácil que es poner un epígrafe. La honestidad, la sinceridad, la franqueza, también son poesía.
Finalmente, a mi no me gustaría sentir la desconfianza del plagio en este sitio ni tampoco que me lea o haga comentarios una máquina, retocados y maquillados para hacerlos pasar por elaborados por un ser humano (lo cual es sumamente fácil).