Hace un calor imposible, cual si el sol incendiara la tierra con su abrazo mortal, y en eso, al atardecer inalcanzable, el cielo se encapota al instante y dice «¡basta!» y una batería de truenos retumba la bóveda celeste, y comienza a llover a mansalva, e, incrédulo, salgo al balcón y miro el firmamento y otro trueno estremece mi corazón, y un rayo, que quisiera matarme, enciende las nubes, y llueve, y llueve como si no hubiera un final, como si las compuertas del cielo se hubieran abierto y quisieran vaciarse; y así me imagino a los piratas en un mar embravecido, y con mi katana salgo a la calle a combatirlos con fiereza; ¡ilusión efímera que, no obstante, no quisiera acabar!, ¡refugio de mi mente ávida de un mundo sin igual!
Lluvia estival;
salir tras los piratas
con la katana.
(Csi865 - Haibun con haiku)