Cenizas vivientes,
marcan las sombras de
un olvido;
se diseminan por los bordes
de un quejido; uno atorado
en sangre virgen;
inocente, casi vil.
Suave y sinuoso
ingesta el desvelo,
Las ansias de aquel odio
encaprichado; embravecido,
sin culpable augurio.
Duele el silencio,
fanfarrón de las profundidades
sucias, en una tierra
ensayada en luz.
¿Dónde “podrán” tus suertes?
¿Dónde a pedir de bocas?
Jugando a ser lo que
El viento estorba;
La madrugada
Queda loca
En Mocedades rojas.
Camino y despierto,
Existo, o creo hacerlo;
Me dicen Secretos
De un tiempo apócrifo;
Pisadas de los llamados “vivos”;
hoy regreso con fuerzas,
Vuelvo a besar tu espalda
Vacía, húmeda de enojo
Y miseria.
Soy la nostalgia
Aturdida y corrupta,
agachada en tu puerta,
airada y anónima
De culpas.
Me despido,
En la tierra de los mal vivos,
La esencia acostumbrada
A morir de continuo
-Soy por ellos
Y no soy sin mí-
Olores a muerte,
enfriando los días
Dónde “el futuro” reposa;
¿Acaso apoderan
tinieblas, llamadas erróneas?
No hay flores
al cielo;
en sangre corroen
los cuerpos;
Vacilantes,
Perdidos;
Triunfantes.
Me descifrarán en piedras;
Estuve ahí,
No me vieron;
Y seré “otro vivo”
eclipsando
“nueva luz”.