Huele a selva el amor
huele a río
huele el barro que traes
en tus montañeras.
Sabe a sueños tu beso
que me devora
no sé co´mo expresar
tanta alegría.
Huele a selva el amor
y tus manos
van conquistando espacios
en mi cintura.
Nuestra entrega es sagrada
en el silencio
que se vuelve canción
a la osadía.
Sólo puedo decir
que mi vida
tiene antes y después
de tu aroma.
Quiero decir amén
a cielo abierto
que caigan las estrellas
una a una.
A decir verdad
nada me importa
te amo por encima
del olor a pólvora.
Huele a selva el amor
huele rico
huele tu piel mojada
que es mi delirio.
Yo me miro al espejo
enamorada
me desviste la luz
de tu mirada.
Huele a selva el amor
y la lluvia
va cayendo despacio
sobre el camino.
Arriba está la luna
entrepiteando
este amor de los dos
huella imborrable.
Gracias, María.
No sé de música, pero un día tomé la guitarra y desde la humildad de mi corazón, se hizo posible un sonido entre el verdor de la montaña y un riachuelo.
Gracias, David. No imaginas la emoción que siento, pues creo haber llegado al lugar que siempre he deseado.
Mi madre también escribía sobre ángeles y querubines, solía decirme que mis temas eran muy fuertes porque englobaban lo que no se debía decir, y yo le respondía, madre, precisamente, quien desea ser poeta debe decir lo que sale del alma, aunque sea crudo, porque no todo en la vida es sublime, delicado, bonito, hay cosas duras que forman parte delas vivencias humanas.
Un abrazo