Un cuervo abrazando el silencio, una mujer viviendo de lamentos, canciones bailando en mi estómago y voy cayendo despacio; pero ese cuervo que me abraza no me deja caer a lo profundo de esta soledad.
El agua salada en mis labios, el ropero desecho, un beso perdido en el tiempo; me cuesta tanto dejar caer la manta que un día nos ha arropado.
No hay aniversarios, no hay recordatorios, no hay recuerdo más doloroso que el haberte amado.
Cuervo, suelta mi dolor;
las heridas están dentro, a mí ya nada me duele por fuera; mi piel vieja y arrugada, tu piel cálida rozándome el alma.
Herida, herida, herida están tus alas, has venido a mí; has venido para sanarme, aunque todo tiene su precio…
La magia en tus ojos al mirarme, abrázame cuervo; abraza nuestra compartida soledad que el amor ya no regresa más a este hogar.
Púrpura, rojos y gris; son los colores del cielo esta mañana nublada, el reloj de la catedral se ha detenido y los viajeros del tiempo no han resucitado.
Cuervo,
sabía que te había perdido cuando tus ojos han dejado de sonreír,
voy a ir hacia el tiempo cuando estábamos juntos y no te voy a soltar más.
Amigo, no te voy a cortar las alas, pero por favor, tú ya no me cortes mis alas.
Ahora me duele el alma… oh, cuervo, cuervo… echo de menos tus abrazos, tus sonrisas en mis amaneceres y tus besos antes de dormir.
Una copa de vino mirando las estrellas y las carcajadas en esa noche profunda de amor.
No te conocía y ya te había perdido…