Hora tras hora indago la semilla
latente donde el alma se alimenta,
y dando tiempo al tiempo, tomo en cuenta
que mucho le agradezco cuanto brilla.
Y ya sé que un buen golpe en la espinilla
me deja con la boca tan sedienta,
que es difícil tener el alma atenta
encerrada entre encéfalo y costilla.
De agua y de polvo soy, en cuerpo y alma,
del fruto de la tierra me alimento
y no sé si será sano el sustento,
si en mis adentros todo bulle en calma
que nada se sustenta realmente
tranquilo y sosegado en esta mente.