Lírico.
Soy el autor,
y me responsabilizo de lo que escribo.
Me desconocen mundialmente,
y creo no necesitar amigos.
Prefiero un ladrido
para mis malos actos
como testigo.
En este día, 5 de marzo,
¿Quién sabe que son los idus?
Pero me declaró emperador
del homicidio poético.
Genios amados e idolatrados,
mutilados,
perdiendo en el rodeo de la vida,
una oreja,
esculpiendo cuerpos desnudos,
muriendo en soledad.
A veces dan náuseas tener pareja.
Moraleja:
las mejores obras emergen
tras una celda.
3:00 AM. Hago lo que puedo.
Te busco para agradecerte,
y para que puedas aborrecerme
te prendo fuego.
Ojos esmeralda a medio matizar,
mi musa con pantalón
vestido de gamuza.
Tantas letras tiradas a la basura.
Si un día tu afecto tiene hambre,
no pases de largo,
y este libro aburrido en letargo,
sin retardo abre,
y come de mis adentros
aunque te expreses de mí
diciendo: pobre.
Tú inspiraste coraje,
tristeza, amor lleno de simpleza.
Aún llevo tu voz,
la escucho en la grabación del corazón,
y me embelesa.
¡Te extraño! No es posible.
¿Por qué sin querer haces daño?
Ya para qué me engaño.
Entro al cuarto de la melancolía,
permaneceré allí
hasta que termine el año.
Musa con camisa azul,
de hablar pausado,
de tanta paranoia, sentirte acosado.
Alguna vez, y otras cien,
sentí tu lado desalmado,
y se fundió mi rostro con tus manos.
¿A qué parte de ti no le canté?
Cuantas noches, por mentir,
le marqué a las ventanas de tu cuarto,
y tomado por sorpresa me espanté.
Estabas a mi lado, pero se ahogó el abrazo.
Musa nueva en el lienzo desgastado,
sin más y con todo que decir,
le doy al olvido pincelazos,
para que pierdas presencia,
para que yo pueda dormir
unos minutos escasos.
Jorge Martínez C.
Autor.
Origen de la imagen: Pinterest.