Qué te podía ofrecer
cuando ya no quedaban hojas
sino solo heridas.
Pero ver esa risa
que aterrizaba cielos,
hizo brotar primaveras
en mis troncos resecos
Y entre tus verdes frescos
en nuestras horas fogosas
entre tus aguas claras
nacieron mieses preciosas
Hoy en el hogar calmado
aún quedan suficientes leñas
y con los calientes fuegos
pasaremos los primeros fríos.
Y cuando lleguen las nieves,
las afrontaremos bien abrazaditos.
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