El sortilegio del soñar
un nuevo amanecer
me condenó a vivir eternamente,
la fascinación del momento
hizo que los sentidos
se volvieran emociones,
la vida se tornó en encanto
y me sentí estallar en ti,
me convertí en materia
que flotaba de forma sinuosa
entre los álamos de tu orilla,
sintiéndome fantasma feliz,
profanando la belleza
de tus más dulces sueños.
Fue tal vez la serenidad
la que me envolvió
con sus pétalos sentimentales
y me conformó en lo que soy
un amante de la luna,
perdido en su recuerdo,
en la refracción de la luz
que de noche me muestra
en lo alto su imagen
estampa bella, pero plena
de magia y de misterio.
Deambulo divagando noctámbulo
aullando mi tristeza
gozando sus encantos,
agonizando un poco más
cada vez que al mirarte
te siento de mi tan cerca
y a la vez en la distancia
quedas tan asombrosamente lejos.
Eres la hoguera que me calienta,
sólo tú guías mi nocturno camino,
las estrellas se apagan tristes
cuando apareces llena
dando luz a la negrura
de un imperfecto firmamento,
yo como bien sabes sólo te miro
y con lágrimas tristes a ti te aúllo.