Buscó tanto a su burrito
que cayó pronto la tarde.
Cansado y con los pies que arde
llegó a un hotel bonito.
El dueño, al verle malito:
“pasa buen hombre”, le dijo;
dándole el mejor cobijo.
“Gracias”, contestó con pena,
al ver la sábana buena;
“tan albo”, el hombre se dijo.
Y el buen hombre:
Se fue debajo del lecho
a dormir rendido al piso
porque ajar lo albo no quiso
Abrazó su suerte al pecho
y así sintió mejor techo.
Y unos novios, van de lejos
entre festejos y besos
hacia aquel blanco lecho
darse fuego ya es un hecho
libres sus cuerpos traviesos.
Y el buen hombre
Y el buen hombre a su burrito
le ve en su sueño dar trotes
con brillos en sus ojotes
Y en un momento fortuito
“¡He visto el mundo, lo he visto!”
Clama la novia, con voz
entre el galope y la coz.
Entonces, le ven al burrito
feliz en un halo bendito
con voz de novia… ¡veloz!
P.D.
Sucedió en Siguis, Cajabamba. Perú. Historia contada por mi querida suegra Angela Ávalos Vegabazán.
Y el buen hombre a su burrito
le ve en su sueño dar trotes
con brillos en sus ojotes
Y en un momento fortuito
“¡He visto el mundo, lo he visto!”
Clama la novia, con voz
entre el galope y la coz.
Entonces, le ven al burrito
feliz en un halo bendito
con voz de novia… ¡veloz!
Bella historia, hermosamente bosquejada con tu arte de poemar.