He mandado mis letras al viento
a tratar de que formen poemas
y sus versos te lleven mi sangre
y el latido que cantan mis venas.
He tratado de hablar sin palabras
y mandar con febril inocencia,
el mensaje de amor y cariño
que mi alma destila y te entrega.
He notado vibrar en mi cuerpo
los susurros de miles de estrellas,
que precisan sentir la caricia
que tus ojos ofrecen al verlas.
Y al final me he perdido en las plazas
y en las calles de largas aceras,
sin saber ni encontrar tu figura
y la mano que llegue y se ofrezca.
Porque el labio perdido y ausente
ya no busca mi labio, que tiembla,
ni tampoco me ofrecen tus ojos
la pupila que anime mis venas.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/11/24