Las canciones que desmayan
no son para nadie,
si esto es el final del resultado,
maldito destino,
te ofrezco sin arrepentimiento
mi dedo de en medio
Alguien en mí debería detenerme,
desaparecer suena mil veces mejor a sobrevivir,
hay un entorno y una rutina,
sin la rienda ni la yunta,
con los ojos encadenados escuchando la lluvia
y el eco de las noches tristes
Depresiva chimenea sombreando mi cubierta de psicópata decente,
el asfalto de las rojas mejillas,
mi espíritu estrellado en las calles descarnadas,
catarsis y crisis desollando el polvo en la ventana,
fuentes y dioses en el poder impío de los labios,
inundando de rasguños, la hipócrita Navidad
Se esfuman las promesas,
las decisiones toleradas,
a veces suspiro y paso de largo,
que todos mienten,
que rio para no llorar,
y despierto para aislarme,
conjugando despedidas más amables,
hipotermias de whisky
continentes de hielo,
el yo y el florero,
plastificar cada cosa,
acojinar su veneno,
la guarida de lobos,
mientras me extingo
para no extinguirme,
extinguiendo la fiabilidad de un mañana
y desecho de bríos,
evaluando las marcas del silencio
y al sabio cansado
invisible de voz
y firmando sus sueños
en la inmensidad
la gente no sirve solo denosta su cicatriz expuesta,
caigo en el caldo, seria y progresivamente,