Gotas de sangre que se me escapan por
las venas recorriendo mi cuerpo.
Gotas de sufrimiento que me caen y me han
caído por todo el daño que me has hecho.
Gotas de lluvia que me dicen que sólo existe
tristeza, pero sé que se transforma
en miedo y dolor a la vez.
Gotas de verdad que me dicen “¿Qué has
hecho?”, cuando mi mente dice: “no sé cómo
acabar toda esta mentira”.
Sin embargo,
las únicas gotas
que encuentro
a la pregunta,
son un: “No lo sé, pero ya basta”.