Hoy, las calles heladas parecían más grises y vacías, más tristes y apagadas, más oscuras y lúgubres que ningún otro día.
A pesar de que eran las mismas sombras y los mismos rincones de siempre, parecían las calles vestidas con ecos tristes y vagos recuerdos de días felices.
Venían lamentos a mi mente a esas horas de la madrugada. Mis pensamientos transmitían desaliento y desgana durante aquel trayecto desde mi hogar hasta mi mundo laboral. Me conformaba con no mostrar más la virtud de mi lamento con sollozos, que llamaban a mis ojos con forma de gotas saladas.
Siempre desplazamos nuestro sentir y lo reflejamos en las cosas que nos rodean…
Preciosas letras de un amanecer helado.
Abrazo, Aurora. Que tengas un feliz fin de semana!
Ese final me gusta mucho porque me salió tal cual. Tal vez debí darle una vuelta para que se leyese mejor. No sé. En fin, me alegra mucho que te haya gustado. Gracias por tu amable lectura y comentario.