El invierno se eleva en jirones
de niebla sobre el mismo lago
de siempre y auguran las ascuas
un tacto quebrado de ceniza
y el hastío repica en desfiles
de zombis y banderas muertas
por aquellos que habitan sin sombra
letanías perpetuas.
A través de burbujas, a veces,
ataviados de nube vacía
un narcótico sándalo añejo
como azufre respiran
que atenaza del leve suspiro
la caricia y la hiel de la llaga
y del ojo su tibia niñez
en la orilla confina.
Un acuático espejo de cielo
aparenta ser él las estrellas
que debieran su brillo a lo cierto
de una noche fingida
y despliega colores absurdos
impregnados de acervo y solera
bajo un globo de fuego lejano
que a la lluvia desnuda
de la luz rebosante
con su barca rescata y libera.
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Hermoso poema. Felicidades 
Gracias por comentar. Un saludo 
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Me alegra verte por aquí otra vez, compañera.
Has pintado un hermoso paisaje de aguas amargas y enigmáticas…
Me pareció precioso. 
Un abrazo, Alaia.
Muchas gracias María, es un poema de frustración ante el imparable proceso de insensibilización general de la gente. Supongo que nosotros por lo menos tenemos la suerte de poder desahogarnos mediante la poesía.
Un abrazo 
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