Era domingo, entonces. Una anciana en el parque, caminaba. Me miraba y seguía. Apretaba en sus manos, una rosa. Se detenía y me miraba. Parecía no ir a ninguna parte. Se veía fatigada, pero seguía. La tarde transcurría entre amarantos y se sentía un olor a hierba dulce. Los pájaros cantaban como locos y en la fuente, brotaba agua fresca. Se lavaba las manos…y seguía. Y de pronto, se detuvo; se había acomodado en una de las bancas del parque. Yo la miraba, imaginando si acaso tendría un grito que la ahogaba, como llamando ruiseñores en la ruta. Al observarla, me hacía mil preguntas sin entender por qué su cabellera blanca, parecía un nido de gorrión y rosa. Recordaba, que todos tenemos una vida; pero esta mujer de ojos taciturnos, semejaba coser caminos rotos bajo la clara luz…de aquella tarde.
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Cociendo caminos rotos, que gran metáfora, aplausos.
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Sentida prosa poética. Bella
Abrazos, Lucý
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Me recordó a una anciana que vi hace unos días en un pequeño pueblo, esa mirada de caminos o de hilos rotos…
Precioso texto, Lucía!
Abrazos, poeta.
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Entre tus letras se captura la esencia de la vida cotidiana con la anciana como protagonista.
Poco a poco vas destacando la belleza y la melancolía en las pequeñas cosas de la vida
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Que bonito, toda una vida entre tu prisa poética, delicados y tiernos, poeta!!!
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