Ves aquella
mancha negra,
es el mar de la tranquilidad.
Al lado el mar de la fecundidad.
Allí está el monte Marylin
y los montes apeninos.
Mira los cráteres
Aristarco y Heródoto
Aquello es Fra Mauro,
donde no llegaron
y si volvieron.
Que belleza tan lejana.
Siempre
hipnóticamente,
bella.
Pero nunca como
la cercanía,
sin telescopio,
de la caricia de un beso
en tu monte de venus.