He guardado un gato negro en mis ojos.
Soñoliento en el día, salvaje en la noche.
A veces es cariñoso, otras veces muy esquivo.
Lo ves por un momento, luego ya no está.
No sé cómo domesticarlo, y que sea en vez de un gato,
un hombre de arcilla, que ríe y disfruta la única vida que me queda…
Los gatos negros son de buena suerte y los gatos blancos también, el único gato de mala suerte es el gato hidráulico, que solo acude cuando se te pincha una rueda ,— no creo que el pinchar de ruedas sea nada afortunado—me ha encantado tu poema Hector, como siempre muy significativo.