Siempre fue un caracol que volaba.
Blando cuerpo entre alas de calcio.
Número áureo entre sus brazos.
Curva y contracurva,
como el tropiezo entre sus pasos.
Átomos de nenúfar,
era fuego entregado.
Tanto rodó, que perdió
las hojas de sus tilos,
ahora apagados.
Acabó con su risa
en el fondo de un pozo.
Sin gotas de vapor
Sin sus alas carbonatadas
Sin nada
Agarró las cuatro vidrieras
que le quedaban al día.
Guardó todas las piedras,
las pequeñas y las que más herían.
Y se hizo luz
Trepó tanto como dio de sí
la guirnalda de hiedra.
Peldaños de palabras
Escaleras de verbos
Pequeños fotones revoltosos.
Hasta perderse entre el centelleo
de relámpagos fluorescentes.
Voltaje impaciente.
Dejó atrás el humo amargo,
el escozor de ojos.
Caracol dormido…
Fulgor mimoso
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Que maravilla ese caracol que volaba… como siempre me gusta perderme en esa maravillosa locura de versos cargados de metáforas “janianas”
Besitos de luz…bueno…y de chocolate también 
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siempre bellas metáforas !!
Y se hizo luz
Trepó tanto como dio de sí
la guirnalda de hiedra.
Peldaños de palabras
Escaleras de verbos
Pequeños fotones revoltosos.
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Oy oy oyyyyyy, “metáforas janianas”, me parto 
Me ha encantado ese término, salerín.
Ojalá sigas disfrutando mientras buceas por esas metáforas, amiga. Gracias 

PD: de chocolate, nocilla, napolitana, palmera crujiente… de todo un poco (y de pan con jamón para ti, no se vaya a quedar Horten sin su saladito)
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¡Muchas gracias, amigo!
Abrazos de fotones revoltosetes para ti 
“¡clin!” (Imagina que es el ruidito de un fotón al iluminarse saludando, jajajaja)
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