Fuiste un circo (Homenaje al poeta Horacio Ferrer)

A Horacio Ferrer

Fuiste un circo


El tango guardo fuerte un beso eterno en tu mejilla
maestro sin delantal ni fuelle, humilde y callado,
hormiga en un hormiguero de lata, desolado,
Shakespeare que en su solapa carga una flor amarilla.

Las Marías de Buenos Aires agradecen, en cuclillas,
los versos que brotaron, como tangueras ratas
de la comisura de tu sonrisa, amplia y mulata
hasta perderse en la noche por las alcantarillas.

¡Qué tristes avenidas recorren hoy mi ciudad,
llorando a un costado de los cordones desatados!
Una fina lluvia de lágrimas, en soledad,
moja las calles del arrabal, sus sueños olvidados.

En los bares te buscan entre la bruma fileteada,
bajo manteles manchados de una mesa perezosa,
donde aprendices de poetas, con el alma embriagada,
beben de tu espuma, de tu voz melodiosa.

Canyengues pañuelitos al viento te despiden,
ángeles bandoneonados con moños de luna llena,
rezan en cementerios donde los violines
piden a algún dios tango que no silencie tus venas.

Con tres flores del escolaso reo te despido,
mi Cristo de los versos, con el corazón herido.
Rezaré tus tangos llenos de luz, sin olvido,
por los patios silenciosos de un San Telmo enmudecido.

Payaso de este circo sin final, te fuiste,
con tu voz de cimarrón, con tu alma de artista,
con el gordo y el gato, en un viaje tan triste,
a dibujar garabatos de cristal sobre la pista.

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