Soy todos los mundos en los que me contradigo:
la miel que gotea dulce en pétalos de seda,
el borboteo en el estómago de la hiel;
el amante y el verdugo en el mismo lecho,
(¿Quién es quién?)
Soy el hachazo y el beso,
la fragilidad de un niño bajo la mesa
y el golpe
y todos los cristales clavándose en su pecho.
Soy la caricia y el látigo,
la afirmación que grito, mas descreo;
el llanto de una negación
defendida a fuerza de silencios.
Soy la que se para a contemplar el camino
y la que dinamita todos los puentes,
como diría aquel poeta…
para no volver nunca por el mismo sitio.
Soy la flor que brota en un estanque muerto,
el estertor derrotado en un pecho yermo;
las bocanadas iracundas que arrastran
pueblos enteros
con el mismo viento que me acaricia
el rostro placentero.
Soy la antesala siempre del caos más absoluto,
las plañideras en mi propio entierro,
la misma mano que inicia el fuego
y lo extingue luego.
Soy la mirada perdida y el grito de gozo
(a un tiempo).
Soy todas las veces que te he querido
y las que lo he hecho mintiendo.
Soy el encontronazo en el espejo
de mi ego
y aún con eso (y con todo):
no me arrepiento.