Puedo escuchar la fractura. La presiento.
Si llevara las manos a mis ojos
no alcanzaría a evitar que algún minúsculo
fragmento del vidrio me alcanzara.
Yo mismo soy de cristal.
En cualquier momento podría
ser golpeado por la piedra del tiempo
y quebrarme. En cualquier momento
la certidumbre que soy
esparcida por el suelo, pisoteada.
Quizás no tema tanto a la fractura
como a la mano de donde venga el menhir,
o la escoba que habrá de barrer mis restos
lejos de las páginas
que luego se escriban.
"Puedo escuchar la fractura. La presiento.
Si llevara las manos a mis ojos
no alcanzaría a evitar que algún minúsculo
fragmento del vidrio me alcanzara.
Así es, la fractura de la vida en su propia fragilidad
tantas veces imprevista, que nos puede golpear de tantas formas y con tanta intensidad y lo más duro es ese después, reflexivos versos, poeta!!!
Así es, @Minada. El «después» es lo más duro pero también lo más importante, lo que puede llegar a definirnos como personas. GRacias por estar siempre. Abrazo